Hasta el momento hay 3 vacunas aceptadas por la Agencia Europea de los Medicamentos, pero se necesitarán muchas más vacunas para poder llegar a vacunar globalmente y cubrir todos los colectivos de la sociedad.
Actualmente, no hay ningún medicamento específico para curar la enfermedad.
Las fases de una vacuna son 4:
Fase 0 o preclínica: incluye pruebas in vitro y en animales para demostrar la seguridad y efectividad.
Fase 1: se prueba la vacuna en pequeños grupos de entre 20 y 100 personas sanas. Se identifican posibles efectos secundarios
Fase 2: estudio a mayor escala con cientos de participantes. Se evalúa la reacción del sistema inmune y los efectos secundarios a mayor escala
Fase 3: varios miles de voluntarios para comparar efectos en personas vacunadas y personas no vacunadas. Se sigue comprobando los efectos adversos
A finales de julio de 2020, la OMS afirma que hay 139 proyectos en fase preclínica y 26 proyectos en fase clínica, en pruebas con seres humanos.
Actualmente las más avanzadas son las de China, Reino Unido, Estados Unidos y Alemania, que ya están en fase 3, es decir, un ensayo con miles de voluntarios en el que se compara la evolución de las personas que han recibido el tratamiento respecto las que no lo han recibido.
El otro gran reto de la vacuna, además del científico, es logístico. Hay un consenso en que la prioridad a la hora de recibir el tratamiento debería ser el colectivo sanitario ya que es el más expuesto al virus. Se estima que la capacidad de producción actualmente es de 2.000 millones de dosis por año.
Tratamientos para la COVID-19
En cuanto a tratamientos contra la enfermedad, la lista de medicamentos a disposición de los profesionales de la salud es larga.
El Remdesivir, desarrollado inicialmente como tratamiento contra el Ébola, ha demostrado su utilidad rebajando el tiempo de recuperación de pacientes leves, moderados y graves, pero no así con los que empiezan a recibir Remdesivir cuando ya precisaban ventilación mecánica (respirador).
La dexametasona es un fármaco muy conocido u utilizado que entra dentro del grupo de corticoides y es el antiinflamatorio más potente que se utiliza prácticamente para todas las enfermedades inflamatorias respiratorias como la EPOC y el asma. Su uso está asociado a mayor supervivencia en pacientes de COVID-19.
La Cloroquina/Hidroxicloroquina son medicamentos antimaláricos que han sido ampliamente utilizados en el tratamiento de diferentes enfermedades autoinmunes. Ha habido decenas de ensayos que no han ofrecido evidencias sobre la eficacia de este compuesto, entre los cuales el financiado gracias a los fondos de #YoMeCorono que fue dirigido por los doctores Oriol Mitjà y Bonaventura Clotet. Gracias a esta investigación, se ha podido descartar la Hidroxicloquina como tratamiento terapéutico post-exposición en enfermos de COVID-19 y sus contactos.
Los inhibidores de la proteasa del VIH son usados habitualmente conjuntamente con otros retrovirales para tratar el VIH en adultos y población pediátrica. A pesar de que en China trataron a la población con este compuesto durante las primeras fases de la pandemia, el ensayo clínico RECOVERY, que ha reclutado a más de 11.000 pacientes en Reino Unido, ha concluído que el LPV/r no aporta beneficio clínico en pacientes hospitalizados con COVID-19.
Hay diversos agentes inmunosupresores cuya eficacia se está probando en diferentes ensayos clínicos en todo el mundo, de momento sin conclusiones firmes.
No. Las vacunas contra la neumonía no protegen contra la COVID-19. Se trata de un virus muy nuevo y diferente para el que, por tanto, la comunidad científica debe crear una nueva vacuna específica. Sin embargo, hay que tener en cuenta que siempre es recomendable vacunarse contra las enfermedades respiratorias.